30 de septiembre de 2008

Asesinada integrante de la Ruta Pacífica de Mujeres

Paradójicamente, mientras La Ruta presentaba en Bogotá el libro "Las violencias contra las mujeres en una sociedad en guerra", en Medellín una de sus integrantes fue masacrada junto a su hijo, nuera y nieto, un menor de cinco años de edad.

En circunstancias que evidencian la ignominia de la violencia y la degradación de la sociedad, fue asesinada en Medellín la integrante de la Ruta Pacífica de las Mujeres, Olga Marina Vergara.
Esta líder feminista y pacifista, de amplia trayectoria en la capital antioqueña por su trabajo en favor de las mujeres, fue masacrada junto con su hijo, nuera y nieto en su propia casa en el sector de Prado – Centro este miércoles 24 de septiembre."Estas muertes y esta masacre son inadmisibles. Es así como la Ruta Pacífica de las Mujeres, propuesta política feminista que trabaja por la visibilización de los efectos de la guerra en la vida de las mujeres, rechaza categóricamente estos hechos, que demuestran una vez más la degradación de la guerra y de la sociedad, pues las condiciones y las circunstancias en las que ocurrieron, son de suma gravedad. Es así como instamos a las autoridades a investigar y determinar los móviles de lo sucedido", señaló Marina Gallego Zapata, coordinadora Nacional de la Ruta Pacífica de las Mujeres

6 de agosto de 2008

Manos










Manos que trabajan, manos que dan, manos que reciben, manos que descansan...Pies sobre el asfalto. Miradas perdidas.

28 de mayo de 2008

Acción Urgente

Señor Álvaro Uribe Vélez.
Presidente de la Republica de Colombia y demás autoridades nacionales e internacionales



Mayo- 21 -2008


Hasta cuando señor Presidente

La Fundación Madrid Paz y Solidaridad de CC.OO. España manifiesta a Usted su profunda preocupación por la grave situación que en materia de los derechos humanos , libertades sociales y sindicales existen en Colombia y que con el transcurrir de los días se empeora sin que se busque una salida o la aplicación de medidas de su Gobierno que permitan garantizar libertades básicas de la democracia.


ACCIÓN URGENTE

DENUNCIA INTERNACIONAL

ASESINADO LIDER COMUNITARIO Y MILITANTE DEL P.D.A.

EN COLOMBIA


Andrés Felipe Llano Calvo tenía 26 años, era líder comunitario de la fundación 'Amor Cívico Por Cartago' y miembro del partido de oposición Polo Democrático Alternativo.

16 de abril de 2008

Las mataron por romper el silencio

Babel
Javier Hernández Alpízar
Ayer comentábamos cómo en un mundo y un país en donde la facultad de emitir mensajes masivos es unilateral, sin posibilidad de una respuesta de la misma intensidad, la única forma posible de retroalimentación, llamada por los técnicos feed back, es concebida como ruido o interferencia, una pequeña mancha visual o sonora frente al Gran Mensaje.
Así, la voz de los indígenas presos políticos en Chiapas es, por más que griten, apenas una interferencia en medio del aplastante mensaje oficial: Calderón visita en Chiapas la "zona zapatista". El mensaje que intentan dar es que López Obrador, Juan Sabines y Aguilar Camín tienen razón, en Chiapas no hay represión, no hay violencia paramilitar, si acaso hay "rezagos" que el gobierno en turno "atiende".
Muy poca difusión tiene, en contraste, la carta de los ex presos políticos que fueron liberados, y en la que ellos aclaran que su excarcelación no es ninguna concesión generosa de un gobierno "progresista" que paga gacetillas en La Jornada, sino resultado de la lucha del pueblo, del pueblo creyente, como se llaman a sí mismos los indígenas católicos, de las organizaciones sociales autónomas, la mayoría sino es que todas, de la Otra Campaña (que hasta el momento siguen emitiendo pronunciamientos exigiendo que liberen a los quince presos políticos que siguen encerrados en Chiapas y a los dos presos políticos zapatistas en Tabasco).
El esfuerzo por hacer oír la voz de los pobres, de los indígenas, de los excluidos, ha sido tarea de medios libres, alternativos, comunitarios, medios militantes que se identifican con sus luchas, sus organizaciones, y que generan la contrainformación (algo que Vázquez Montalbán también considera incluido en el feed back, si usamos los tecnicismos).
Y precisamente ayer apareció una nota sobre el asesinato de dos mujeres indígenas triquis oaxaqueñas, quienes se dedicaban a la comunicación popular, en una radio de emblemático nombre "La Voz que Rompe el Silencio".
El mensaje de sus asesinos no pudo ser más claro: callar la voz que rompe el silencio, silenciarla. La radioemisora comunitaria en que colaboraban las locutoras asesinadas, Teresa Bautista Merino de 24 años y Felicitas Martínez Sánchez de 20, es un órgano informativo del ayuntamiento popular de San Juan Copala.
Es decir, las jovencitas triquis asesinadas transgredían con su sola voz y presencia toda una serie de reglas no escritas, pero no por ello menos celosamente guardadas: Rompían el silencio a que el sistema político mexicano realmente existente las condenaba en tanto que mujeres, en tanto que jóvenes, en tanto que indígenas triquis, en tanto que oaxaqueñas, en tanto que opositoras al sistema, en tanto que partícipes de una autonomía indígena, autonomía que allá arriba han condenado a la "ilegalidad".
Además, las chicas se dirigían a un Encuentro Estatal en Defensa de los Derechos de los Pueblos de Oaxaca, por lo cual cometían el delito de organizarse, el delito de defender los derechos de los suyos. Para un sistema que quiere condenar a las mujeres indígenas a la esclavitud asalariada o a la mendicidad, a emigrar o prostituirse (a veces de la peor de las formas, como acarreada en mítines electoreros, por ejemplo) un par de mujeres que tiene la osadía de participar políticamente, de organizarse, de decir su palabra, de hacer un medio de comunicación libre, como es una radio comunitaria, ese delito de romper el silencio equivale casi a "terrorismo".
Por eso las balearon, junto a los otros indígenas que resultaron heridos: Francisco Vázquez Martínez, de 30 años; Cristina Martínez Flores, de 22 años; y el pequeño de tres años Jaciel Vázquez Martínez.
El mensaje que su muerte da a los movimientos sociales en México, mensaje que ha sido recibido y entendido, pues muchas personas han tenido espontáneamente la iniciativa de recortar la nota de Octavio Vélez de La Jornada y enviarla, o de escribir unas palabras propias, comunicar la noticia y condenar la agresión, a veces con rabia unida al dolor, es un mensaje imperativo, la orden de callar, de no romper el silencio.
Ese mismo mensaje han dado con la represión en Oaxaca, en Atenco, en Chiapas, en cada uno de los lugares del país donde una organización, un movimiento, una protesta, una voz es reprimida y agredida, pero hasta ahora los oaxaqueños no se han callado, los atenquenses siguen haciendo sonar sus machetes, los chiapanecos siguen construyendo su autonomía y resistiendo el sitio militar y paramilitar a sus territorios.
La noticia del asesinato de las dos jóvenes triquis fue dada a conocer por el Centro de Apoyo Comunitario Trabajando Unidos (Cactus), organización de la zona de la mixteca oaxaqueña, y ya las voces de condena se empiezan a alzar, en la zona norte del Istmo, la Ucizoni, también voces del sur de Veracruz y de otros lugares, incluso en las listas del Centro de Periodismo y Etica Pública (Cepet), que normalmente se ocupan de denunciar las represiones a comunicadores profesionales (o al menos, asalariados), ya una voz dejó oír su protesta por estos crímenes. Incluso una locutora de un medio comercial del puerto jarocho leyó la nota, en un programa que no suele ser crítico.
Las chicas asesinadas son muy importantes en su organización, son quienes coordinarían la mesa sobre comunicación alternativa en el Encuentro al que se dirigían. Las asesinaron, de acuerdo con la procuraduría de justicia de ese estado, con cartuchos percutidos por armas de largo alcance, como las AK 47.
No puede ser casualidad. Fue una ejecución.
Pero hasta ahora, la experiencia histórica ha demostrado que con esas formas de agresión los pueblos indígenas y los movimientos sociales no se callan.
Seguramente otras voces seguirán rompiendo el silencio.

7 de marzo de 2008

Marcha el 6 de marzo: Apoyo a las víctimas de la violencia en Colombia


Miles de personas marcharon por las calles de las principales ciudades de Colombia y del mundo para apoyar a las víctimas de la violencia ejercida por los paramilitares y el Estado.
A pesar de que los marchantes fueron considerados objetivos militares, que un asesor presidencial afirmara que quienes marcharan eran apoyo de la guerrilla, que no se contara con la difusión de los grandes medios ni el apoyo del gobierno, los colombianos y colombianas exigieron verdad y justicia.
Los familiares de miles de desaparecidos, asesinados y asesinadas, de desplazados, exiliados, dejaron escuchar su voz con el acompañamiento de estudiantes y profesores de universidades públicas y privadas, trabajadores de la salud, artistas, y funcionarios que no contaron con el permiso oficial para marchar como si lo tuvieron quienes estuvieron en la marcha del 4 de febrero.
El colectivo Pro marcha por la paz y la justicia Social en Colombia, convocó al Presidente del gobierno, Álvaro Uribe, para que así como marchó el 4 de febrero contra las Farc, marchase contra los paramilitares, pero no acudió.
La misiva expreso "Marcharemos contra las Águilas Negras y las bandas emergentes o de nueva generación.Ya se marchó contra el secuestro y usted (presidente Uribe) mismo presidió la marcha "contra las Farc". Presida usted ahora esta marcha contra la GUERRA, por la Paz y la Justicia e Igualdad Social. Marcharemos por el Intercambio Humanitario. Marcharemos en solidaridad con los más de 3 millones de desplazados internos que hay en nuestro país. Por su regreso con garantías al campo.Tenemos 3.500 familiares secuestrados dijo el editorial del diario El Colombiano del pasado 4 de febrero. Hay también más de 5000 familiares nuestros exiliados políticos, por disentir con las medidas neoliberales que se han venido implementando en el país.Por todas estas razones y otras más que seguramente se incorporarán a esta convocatoria, señor presidente es preciso marchar ya. Son problemas grandes que tienen los colombianos y que deben motivarnos a movilizarnos sin distingos de clase, religión, raza, políticos, etc.Por ello le solicitamos a usted:1. Presida usted mismo la convocatoria y realización de esta marcha. Por la paz de Colombia, la Justicia e Igualdad Social y por el Intercambio Humanitario. Puede marchar en Valledupar, en San Andrés, en Montería o en cualquier otro lugar de la geografía nacional".
La marcha realizada el 6 de marzo fue la voz silenciada que no se escuchó en la marcha del 4 de febrero contra las FARC y de cuya bandera se apropió el presidente Álvaro Uribe y que su partido utilizó de plataforma para hablar de relanzamiento a la presidencia para un tercer mandato. ¿Tendremos presidente o emperador?
En la marcha los desplazads denunciaron la existencia de 3.500 fosas en todo el territorio y que tras la amnesia de los asesinos, las familias no pueden saber dónde se encuentran sus muertos; a los desparecidos los exigen "vivos porque vivos se los llevaron.
No faltaron las representaciones teatrales de la tragedia que vive Colombia y consignas como "no a la desparición forzada de la memoria ni al secuestro de la verdad".
Fotos: Tatiana Muñoz


















4 de febrero de 2008

La polarización en Colombia

Miles de colombianos marcharon contra las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC. Y es cierto que acciones de esta fuerza guerrillera producen horror y que nada tienen que ver con el ideario y las razones que les dio origen. ¿En que se diferencia la foto de los secuestrados con las de Guantánamo? ¿Marchar contra las FARC? Sí, porque condenamos sus acciones que denigran al ser humano, pero ¿Por qué se ha sido benevolente con los paramilitares? ¿Qué decir de sus masacres? La marcha debió ser contra cualquier barbarie y quienes la ejercen.
En aras de la deseada paz, se está aprovechando el sentir del pueblo colombiano. Premeditadamente gobierno, políticos y medi0s de comunicación están soslayando otros actores armados que nacieron de la mano del ejército y el narcotráfico; están dejando de lado esa subcultura y formas de aceptación, de una manera de actuar y pensar del narcotráfico y los paramilitares que poco a poco se imponen como formas de pensamiento, prácticas cotidianas y comportamientos. ¿No es un peligro para la convivencia y los caminos democráticos??
La marcha no fue apolítica, el gobierno intervino en forma activa y los medios la pusieron en escena manejando los símbolos y el rechazo del pueblo a la violencia, y esta actitud no ayuda al proceso de reconciliación por el que clama Colombia.
Es cierto que la marcha debilita políticamente a unos pero fortalece a otros. ¿A quienes? Si los criterios no están claros para todos los que marchan, pueden asistir muchos sin que sepan hacia dónde van. Acaso Hitler no invocó la patria? ¿Acaso no llenó plazas?
La marcha como se realizó polariza aún más al pueblo colombiano y legitima la guerra y actuación de un bando; la polarización no contribuye a la búsqueda de un intercambio humanitario que exigen sectores políticos, sociales y las familias de los secuestrados (que no participaron en la marcha).
La información sobre la marcha no expresó la suficiente pluralidad que reflejara la presencia de voces discordantes con el sentido que finalmente fue convocada.
Si el deseo es copiar las marchas que en España se realizan contra ETA, es conveniente hacerlo contextualizando porque existen profundas diferencias, además, permítanme un ligero detalle: Allá, los gobernantes participan pero no se toman la tribuna.
La intención pudo ser noble, pero no olvidemos que la buena voluntad no es suficiente cuando existen diferentes actores armados, cuando rondan los intereses políticos, los deseos de reelección, un enfrentamiento verbal con el presidente de Venezuela y una necesidad de humo para la firma del Tratado de Libre Comercio.
Marchas sí pero que contribuyan a la búsqueda de una salida negociada, para una reconciliación, para allanar el camino hacia la paz, pero no una paz a cualquier precio, una paz con perdón pero sin olvido, una paz cuyo centro sea la justicia en el más profundo sentido de la palabra, si, con justicia pero sin mofarse del sentido común y la dignidad de quienes han sufrido los estragos de la guerra.