20 de marzo de 2006

Tercer aniversario de la ocupación en Irak

Por Karen Marón*
20 de marzo de 2006


Lejos están los ecos de las manifestaciones masivas que protagonizaban las capitales del mundo contra la invasión a Irak, aquellos días cercanos al 20 de marzo de 2003.

Hoy esa parte del mundo pregunta con voracidad, -en muchos casos-, donde estallará el próximo conflicto. ¿Será Siria, Irán, Corea? Y sin embargo, para los iraquíes la guerra está en casa, en sus mentes, en sus corazones. Falaz fue la declaración del 1 de mayo de hace tres años, que hablaba del fin de la guerra y con desidia repetían los medios. La guerra se vive diariamente como un estigma que los atormenta. Porque su bendición “Es nuestro castigo” reiteran los iraquíes. “Sin petróleo nunca nos hubieran invadido”

Cada día es un nuevo suplicio. Se manifiesta en los rostros, en el andar cansino de los cuerpos, en las miradas lúgubre de los adultos y la tristeza prematura de los niños.

Hace tres años la caja de Pandora se abrió y de allí salieron todos los males. Cada regreso a Irak para cubrir los acontecimientos constituye una tortura para el alma. El espíritu no puede quedar impávido ante la obscenidad de este conflicto. Obsceno, es el término más ajustado al calificar la situación en Irak, después de cinco viajes y casi 12 meses de estadía completa que dan como resultado esta cobertura periodística en los dos últimos años de ocupación.

Una obscenidad que estremece, que repugna, que entristece. Después de tres años de la prometida democracia esta sólo es un recurrente recurso discursivo que no convence a nadie. En las calles de Bagdad se sigue repitiendo. “Preferimos a Sadam y no al ocupante”. Y esto no lo exculpa de sus atrocidades que han sido muchas y de las más crueles.

Pero los Martillo de Hierro, Ciclón Ascendente, Ráfaga de Relámpago se multiplican y cobran sus víctimas con descaro. Así se han bautizado en estos 36 meses de infamia algunas de las masacres contra los iraquíes dirigidas por las fuerzas Multinacionales dejando un saldo de más de 150 mil víctimas civiles que nada saben de armas químicas, rutas del petróleo o posicionamientos geoestratégicos.

Si el papel del ejército de Estados Unidos consiste en mantener la seguridad en el mundo a favor de la economía americana, como dijo el Mayor Ralph Peters, y “que para alcanzar esta meta, estamos dispuestos a matar a un número aceptable de personas” ¿Cuál es entonces el número aceptable de víctimas que se tendrá que cobrar en Irak? “Quieren un Irak sin iraquíes”, escuché repetidamente de boca de los protagonistas estos dos años y tan descabellada ya no resulta la idea.

Lo demuestran las desapariciones, arrestos arbitrarios, centenares de muertos en circunstancias sospechosas y víctimas causadas por la destrucción del sistema de asistencia sanitaria, la red hidráulica y la devastación de los cultivos agrícolas que se multiplican

El 40 por ciento de los conductos han sido destruidos lo que deriva en una falta de agua potable o sólo agua contaminada. Más de un cuarto de millón de niños no se han vacunado y corren el riesgo de morir por enfermedades que podrían ser evitadas. La frecuencia escolar cayó en un 65 por ciento y el uranio empobrecido aumentó los casos de cáncer en un 1200 por ciento.

¿Es normal que después de tres años de ocupación se produzcan cortes de energía eléctrica cada dos horas, las líneas telefónicas no fueron reemplazadas, las escuelas estén semidestruidas, los basurales se multiplican y la falta de medicina para las enfermedades cardíacas o la diabetes aumente junto con el número de casos de niños con disentería?

Los iraquíes hablan de un plan sistemático de castigo y muerte. Cuando uno es testigo, tiene dudas que eso no sea una realidad programada.

La guerra que comenzó hace 15 años

“Esta es un pregunta difícil. Pero sí, nosotros pensamos que valió la pena” dijo la ex Secretaria de Estado norteamericano Madeleine Allbright cuando en 1996 le preguntaron sobre la muerte de 500 mil niños en Irak.

Es que esta guerra comenzó el 17 de enero de 1991 con los primeros ataques norteamericanos sobre Irak que causaron 200 mil víctimas. El embargo fue el asesino que acechaba silencioso y mataba sin cesar, logrando que medio millón de iraquíes murieran por desnutrición y falta de medicinas entre 1991 y 1998. En el 2006, las cifras se multiplicaron y el asesino no es el embargo, es la ocupación que los fumiga con armas químicas como el fósforo blanco utilizado en Faluya.

Y fumigar no es la palabra elegida arbitrariamente. “Debemos superar etapas militares muy, muy brutales para tratar con esta gente”, decía Rush Limbaugh, consejero de Bush “Puede ser que tengamos que utilizar más armas que las convencionales contra estas personas. Es como si quieres deshacerte de vuestras cucarachas con insecticida…”

Esas palabras plasman la más terrible vida cotidiana que soportan los iraquíes que han perdido bajo la mirada del ocupante su condición humana.

Mientras la ocupación ha hecho retroceder siglos el estado jurídico de las mujeres, se destruyó el tejido social, económico, sanitario, educativo y se aniquiló la cultura, se desencadenó una ola de asesinatos ilegales de rebeldes, nacionalistas y opositores a la ocupación y civiles que han pertenecido al Partido Baath.

Pero el interés por generar una guerra civil,- que se fogonea desde el inicio de la ocupación,- es el desafío a la que los iraquíes se resisten para no dar paso a la programada balcanización de la sociedad y cultura islámica y árabe.

Los sumergen en una ola de atentados donde se sospecha la ingerencia de los servicios de inteligencia de Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel, agentes árabes, o los llamados locos azuzados por el Grupo de Operaciones Preventivas Proactivas, el P2OG de Rumsfeld, diseñado para estimular la reacción terrorista. Se intenta utilizar a la guerra civil como parte de su estrategia de retirada. “Rechazamos la guerra civil” me han manifestado el 90 por ciento de los iraquíes consultados. Y ellos intentan resistir.

El mismo Sadam Hussein, que sigue siendo el hombre más amado y más odiado, ha llamado a los iraquíes,- desde el Tribunal en que es juzgado-, a que no cayeran en una guerra fraticida que los conduciría a la oscuridad y los sumergiría en ríos de sangre.

Las mil caras del conflicto

La limpieza étnica está en curso. Los kurdos arios de religión sunita, apoyados por Israel y la CIA y asentados en la región de Kirkuk, -abundante en petróleo-, llevan a cabo el proceso inverso de arabización del régimen de Saddam. Fueron numerosos los testimonios de árabes que han denunciado las torturas,- he visto sus consecuencias-, ejercidas por los kurdos para que los árabes se retiren del norte y que incluye la expulsión y matanza de los caldeos-católicos y los turcomanos. Mientras tanto es el oleoducto de Haifa en Israel el que espera su turno para reabrir la parte que cerró Siria en la década de los 80.

Desatada la "guerra de las mezquitas" en los últimos meses, las consecuencias han sido hasta ahora la destrucción de 90 templos sunitas y centenares de muertos y heridos. Se ha denunciado dentro y fuera de Irak, que la colaboración de los servicios de inteligencia de Estados Unidos e Irán, -que dentro del territorio iraquí trabajan en conjunto-, serían los responsables de estas matanzas para la generación del caos. Mientras tanto las temibles milicias Bader del Ministerio del Interior, descargan su ferocidad en centros clandestinos de detención y tortura.

Los errores están a la vista. Los ocupantes y sus secuaces matan, torturan y violan todos los derechos humanos, alejándose irremediablemente de la población que cada vez más rechaza la infame ocupación y decide colaborar con la crecientes fuerzas de resistencia. Al mismo tiempo rechazanla injerencia de grupos islamistas como Al Qaeda que nada tiene en común con la idiosincrasia iraquí y al que consideran un invento de Estados Unidos cuando acusa de todos los males a un fantasmagórico Al Zarqawi en el que nadie cree en Irak.

Los Estados Unidos con una errada y miope visión durante la invasión, identificó a todos los sunitas con el Partido Baaz y de allí su alianza estratégica con los iraquíes pro Irán, que produjo que en el sur se instalaran más de dos millones de persas, en algunos barrios bagdadíes se utilice el rial como moneda de intercambio y se hable en farsi, mientras a nivel mundial los consideren sus enemigos más temibles.

Desde hace ocho meses los estadounidenses decidieron dialogar con la resistencia, conformada por varios grupos unificados-, cuando admitieron que estaban poniendo en jaque al supuesto ejército más poderoso del mundo con una estrategia de guerra de guerillas. “El poder lo tiene la resistencia”, me decía Ahmed, oriundo de Samarra el 15 de diciembre durante las últimas elecciones. La prueba fue que cuando garantizaron que ese día no habría atentados, el país se sumergió en una paz inusual. El control estaba demostrado.

A tres años de ocupación las palabras de Hakima replican en mi mente “Yo les suplico, les ruego a los soldados americanos que me devuelvan a mis hijos. Por favor, que no los torturen más”, mientras desesperada reclamaba en las puertas de Abu Graib aquel 2 de mayo de 2004. Y también recuerdo los ojos de Alí, de cuatro años con su brazo y pierna izquierda destrozados, mirando a los adultos con ojos que preguntaban porque había perdido parte de su cuerpo y a 16 miembros de su familia bajo el ataque de un avión F16 sobre Faluya.

Escucho a Hiba de 13 años, que quedó mutilada después que una bomba racimo impactara sobre su casa en Bagdad un 6 de abril durante la invasión. Y a Samir destruido en cuerpo y alma por soportar tres guerras y un penoso embargo. Y aquel pianista del Hotel Al Hambra, otrora famoso, que se convirtió en un paria recordando las muertes de la guerra. Y a Ahmed, Jassim, Mohamed, Yamila, Nassir y Sabah y a todas las víctimas de esta guerra y de todas las guerras que pelea inconcientemente la humanidad, porque algunos creen que vale la pena...

Karen Marón
Journalist
Baghdad. Iraq.
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Autorizado por la autora: Aunque el texto es mío, lo único que te agradecería es que se agregue la cita del medio en el que fue publicada: Folha de S.Paulo - Cada dia é um novo suplício para os iraquianos del 19/03/2006.

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